El cáncer de amígdalas es un tipo de cáncer de cabeza y cuello que se desarrolla en las amígdalas, ubicadas en la parte posterior de la garganta. Las amígdalas están formadas por tejido linfático, y su función es ayudar al sistema inmunológico a combatir infecciones. Este cáncer es poco frecuente y, en muchas ocasiones, está relacionado con el consumo de tabaco, alcohol y el virus del papiloma humano (VPH).
Factores de riesgo del cáncer de amígdalas
Los principales factores de riesgo asociados con el cáncer de amígdalas incluyen:
Consumo de tabaco y alcohol: El uso prolongado de tabaco (cigarrillos, puros, tabaco de mascar) y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo clave. Combinados, estos hábitos aumentan considerablemente el riesgo de desarrollar cáncer de amígdalas.
Infección por el virus del papiloma humano (VPH): El VPH, particularmente el tipo 16, está fuertemente asociado con el desarrollo del cáncer de amígdalas y otros cánceres orofaríngeos. Las infecciones persistentes por este virus pueden llevar a cambios en las células de las amígdalas que desencadenan el cáncer.
Edad y sexo: El cáncer de amígdalas es más común en hombres que en mujeres, y la mayoría de los casos se diagnostican en personas mayores de 50 años.
Sistema inmunológico debilitado: Las personas con sistemas inmunológicos comprometidos, como aquellas que padecen VIH o toman medicamentos inmunosupresores, tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de amígdalas.
Síntomas del cáncer de amígdalas
Los síntomas del cáncer de amígdalas pueden variar dependiendo de la etapa del cáncer. Los más comunes incluyen:
Dolor de garganta persistente: Este es uno de los primeros síntomas y puede ser similar al dolor de garganta causado por infecciones comunes, pero persiste por más tiempo.
Dificultad para tragar: La sensación de que la comida se queda atascada o dificultad al tragar sólidos o líquidos puede ser una señal de advertencia.
Bultos en el cuello: El cáncer de amígdalas a menudo se disemina a los ganglios linfáticos cercanos, lo que provoca bultos o inflamación en el cuello.
Dolor de oído: El dolor en el oído sin causa aparente, especialmente si se acompaña de otros síntomas, puede estar relacionado con el cáncer de amígdalas.
Ronquera o cambios en la voz: La presencia de un tumor en la garganta puede afectar la voz, provocando ronquera o cambios en el tono.
Pérdida de peso inexplicable: La pérdida de peso repentina sin una causa aparente puede ser una señal de un problema subyacente más grave, incluido el cáncer.
Diagnóstico del cáncer de amígdalas
El diagnóstico del cáncer de amígdalas generalmente comienza con un examen físico completo y una revisión de los síntomas. Las pruebas más comunes para confirmar el diagnóstico incluyen:
Examen físico y exploración de la garganta: El médico revisará la garganta y las amígdalas, buscando cualquier anormalidad visible o al tacto.
Endoscopia: Se utiliza un endoscopio (un tubo delgado con una cámara en el extremo) para visualizar el interior de la garganta y las amígdalas con mayor detalle. Esto puede ayudar a identificar tumores u otras irregularidades.
Biopsia: Si se detecta una lesión sospechosa, se tomará una muestra de tejido para su análisis en laboratorio. La biopsia es fundamental para confirmar si las células presentes son cancerosas.
Pruebas de imagen: Las pruebas como la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) o la tomografía por emisión de positrones (PET) se usan para determinar la extensión del cáncer y si se ha diseminado a otros tejidos.
Pruebas de VPH: Dado que el VPH está relacionado con muchos casos de cáncer de amígdalas, los médicos pueden realizar pruebas específicas para detectar la presencia del virus en el tumor.
Tratamiento del cáncer de amígdalas
El tratamiento del cáncer de amígdalas depende de la etapa del cáncer, la ubicación exacta y el estado general de salud del paciente. Las opciones de tratamiento incluyen:
Cirugía:
Amigdalectomía: En las etapas tempranas del cáncer, se puede extirpar el tumor y parte del tejido circundante mediante una amigdalectomía. Este procedimiento puede ser suficiente si el cáncer está localizado.
Cirugía robótica transoral (TORS): Es una técnica mínimamente invasiva que permite extirpar tumores en la garganta a través de la boca, sin necesidad de incisiones externas. Es particularmente útil en tumores pequeños y localizados.
Linfadenectomía: Si el cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos del cuello, se puede realizar una linfadenectomía para extirpar los ganglios afectados.
Radioterapia: La radioterapia se usa para destruir células cancerosas. Puede utilizarse como tratamiento primario en etapas iniciales o en combinación con cirugía o quimioterapia para tratar casos más avanzados. Los cánceres relacionados con el VPH responden especialmente bien a la radioterapia.
Quimioterapia: La quimioterapia se usa en casos más avanzados o metastásicos. Se administra sola o en combinación con radioterapia (quimiorradioterapia). Los fármacos utilizados ayudan a detener el crecimiento y la diseminación de las células cancerosas.
Inmunoterapia: En los casos avanzados o cuando el cáncer no responde a otros tratamientos, la inmunoterapia se está utilizando cada vez más. Los inhibidores de puntos de control inmunitarios, como nivolumab o pembrolizumab, activan el sistema inmunológico para atacar las células cancerosas.
Pronóstico del cáncer de amígdalas
El pronóstico del cáncer de amígdalas varía según el tamaño del tumor, la extensión del cáncer y si está relacionado con el VPH. Los cánceres de amígdalas relacionados con el VPH tienden a tener un mejor pronóstico que aquellos que no lo están.
En etapas tempranas, el tratamiento suele ser muy eficaz, y la tasa de supervivencia a 5 años es alta, generalmente superior al 80%.
En etapas avanzadas, la tasa de supervivencia disminuye, pero los avances en cirugía, radioterapia y quimioterapia han mejorado significativamente los resultados.
Los pacientes con tumores positivos para el VPH suelen responder mejor al tratamiento y tienen tasas de supervivencia más altas.
Prevención del cáncer de amígdalas
Si bien no es posible prevenir completamente el cáncer de amígdalas, algunos cambios en el estilo de vida pueden reducir el riesgo:
Dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol son dos de las medidas más efectivas para reducir el riesgo de cáncer de amígdalas.
Vacunarse contra el VPH: La vacunación contra el VPH es eficaz para prevenir la infección con los tipos del virus que están relacionados con el cáncer orofaríngeo, incluido el de amígdalas.
Practicar sexo seguro: El uso de preservativos y barreras bucales puede reducir el riesgo de transmisión del VPH.
Conclusión
El cáncer de amígdalas, aunque menos común, puede ser una enfermedad grave si no se detecta y trata a tiempo. La relación entre el cáncer de amígdalas y el VPH ha abierto nuevas vías para la prevención y el tratamiento, y los avances en técnicas quirúrgicas y terapias dirigidas están mejorando el pronóstico para muchos pacientes. Mantener un estilo de vida saludable, dejar de fumar y vacunarse contra el VPH son formas importantes de reducir el riesgo.